sábado, 2 de junio de 2012

Guarros en cancha de arcilla

Alguien los trajo.
Fueron arreados a la tierra batida.
Una guarrería sobre el campo
de orzas trilladas :
madre, padre e hijos.

Eran marranos ansiosos
de hozar en la arcilla.
Alguien humedeció sus cuerpos
y, también la tierra parda,
con una manguera
de fluyente agua fresca.

Volcaban la gleba ladrillosa.
Hundían los cilíndricos
hocicos brotando la tierra,
creando surcos arcillosos.
Al cabo de un tiempo,
aquella piara
alzaban las testas jadeantes
y, parecían reírse
con el público
que ya abarrotaba las gradas.

Todos los esfuerzos de los edecanes,
parecían no rendir efecto.
Un cerdito se colocó
frente al dibujo
del cocodrilo de Lacoste,
lo contemplaba y gruñía.

Los jugadores entraron asombrados.
Los ayudantes de campo
corrían los cochinos,
la multitud estallaba en una ovación
atronadora.
El árbitro expresaba :
( S' l vous plait ).

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