viernes, 21 de diciembre de 2012

La geografía rural y urbana en el estado poético y social de Enrique A. Laguerre

En la obra de don Enrique Laguerre descubrimos que nos conduce a toparnos con el desarrollo y crecimiento de nuestra identidad puertorriqueña. Logramos entender cómo es  nuestra conducta frente a un mundo cambiante, dentro y cara a nuestras particularidades e idiosincrasia borincana - antillana, con ajuste a las influencias anglosajonas.
Recordemos su definición ortegana: " Yo no puedo vivir por mí mismo sin mi prójimo, cómo yo entenderme con él". Aquí está fundamentado el asiento de sus creaciones.

Ese pueblo reflejado en sus personajes que se desplazan sobre la identificable geografía de Puerto Rico, ellos la viven, la sufren, como los hechos y situaciones que enriquecen o empobrecen la vida de ambas dimensiones : la exterior y la interior.
El Dr. Luis O Zayas refiere : " Laguerre sigue el sendero de la descripción poética, pero guardando el equilibrio con la observación realista para no perder la imagen de la tierra en su espíritu y su tiempo histórico. Asistimo a una plena identificación con el alma puertorriqueña desde las sutiles vibraciones líricas. El lector se mueve de un paisaje visto desde el exterior, pero con las palpitaciones sensoriales a un paisaje visto desde la conciencia del personaje".

Para Laguerre, la isla presenta dos impresiones telúricas : la geografía rural y la urbana, ambas con sus encantos y desventajas. En la geografía rural, que en su obra se desprende de su aliento poético y su observación realista, está impactada por la metamorfosis y evolución de los cultivos, supeditada a la conveniencia de la economía : unas veces café, otras caña de azúcar y opciones por las dehesas para ganados.
Es verdad : en su obra se filtra la angustia de quien ama el verdor y el paisaje natural que  se somete a la unción del cambio impactante, aunque no siempre detrimental.

Se aprecia y se contempla ese paisaje natural y, cuando esa silueta o apariencia desaparece o se transforma, surge la angustia, el dolor por lo ido, pero también emerge comprensión de lo que resulta de lo evolutivo al avance de la civilización. Dice el Dr. Zayas. " No hay sierras ni selvas ni ríos infranqueables. A cada montaña la viola la máquina. Se allana la cordillera por medio de carreteras y autopistas. El cemento, el gran mito del progreso, hace desaparecer los verdes"... ( ibid ).

Laguerre contempla las embestidas contra el terruño que lo deforman para trocarlo en medio que promueva grandes recursos monetarios. Entonces ensaya una estrategia espiritual para conservar en él, incólume, el paisaje, la fronda, las aves, la belleza verdegueante. En Solar Montoya dice : " En nuestras almas se ensanchan los horizontes limitados de nuestra isla". Nos recuerda a Rubén Darío : " Si pequeña es la patria, uno grande la sueña".

Referente a esa geografía que se adentra en su alma y hace desaparecer límites, se constituye en parte de su espíritu, ceba su personalidad. El escritor dice : " Viví de niño
en plena comunión con el mundo sin geografía de los campos que me rodeaban ". (3)
" No es posible llegar a una proyección universal sin estar arraigado antes en la íntima geografía sin límite del hombre(4) _Laguerre demuestra cómo le sigue esa geografía que ha trazado en su conciencia_ " Cuando he estado lejos de mi pueblo y ha llegado el anochecer, he escuchado en la atmósfera y he visto en el primer lucero el profundo llamado de aquellas voces sembradas en mi conciencia... y he comprendido en los redaños, por qué me conmuevo cuando hablo de mi pueblo". (5)

¿ Qué elementos componen la geografía que lleva en el alma, Laguerre ? No sólo las mensuras, los límites, las colindancias, las colinas, altozanos, oteros, alcores, cordilleras, valles y la configuración telúrica, sino también, otras particularidades geográficas que atraían amorosamente su visión, su recuerdo.

En la tercera parte de La llamarada, ( Yerba Mala ), dice : " ... había tal encanto en la tarde que no pude resistir la invitación que me hacía un herbazal verde y mullido. Me senté. Junto a mí se erguía un arbolillo de roble coronado de flores lilas, el cual, a cada soplo de la brisa, soltaba una lluvia de pétalos sobre la yerba. Algunos me alcanzaban. Sentí que me rendía un homenaje y miré, reverente, el arbusto. Me pareció ver su sonrisa de comprensión".
Sembrados en su conciencia iban los árboles que conocía por sus cualidades botánicas, como por su expresión vital y estética .

En Andanzas y visiones españolas,Unamuno dice : " Todo imaginar y hasta todo conocer _ lo sabía ya Platón _ es un recordar. Y todo recuerdo es una metáfora ". (6)
El paisaje que es la impresión estética a través del cual se expresa la geografía,quedaba
intacto y ganaba sustancia y significación en su memoria, se había convertido en parte de un integrante de su personalidad.

El paisaje es el verdadero haber, que el hombre arrastra consigo, tomado del mundo exterior, por tiempo perenne y quizás incida en la naturaleza de su espíritu, en la dimensión escatológica. Pero se aprende a amar el paisaje en los predios más cercano al individuo. Señala Unamuno en la obra citada : "... el genuino paisaje es de pequeños rincones... El pequeño campo doméstico y familiar, la huerta casera, le sirvió a Santa Teresa de Jesús para metáforas en que dio carne a su doctrina mística ". (ibid)

Laguerre llevaba ríos, quebradas, pozos, cañaverales en guajanas florecidas, cafetales, humos de cocinas de leños encendidos, todas las aves con sus clásicas sinfonías, que era la base en que descansaba y pendía el paisaje. Todo recogido en la memoria, transfigurado y transmigrado hacia el alma desde los prados de su niñez, hasta convertirlo en un ente universal.

La geografía urbana :

 " Por primera vez se asoma a la zona urbana de Aguadilla a los 11 años y desde un carro familiar, silencioso y asombrado, contemplaba un mundo nuevo que lo sorprendía virgen". ( María Monserrat Gamiz -- 8 ).

" Esos jardincillos enjaulados en medio de una ciudad polvorienta y en ruinas. esos arbolillos presos, domesticados que alzan su copa por sobre tapias medio derruidas y todo ello es metáfora. ( Visiones y andanzas españolas, ibid )

Don Enrique Laguerre, sentía aquella geografía urbana en la que se asomaban arborescencia, follaje, solares yermos, era un reflejo de la naturaleza rural.
Ocurrían dos tendencias, entre otras, sobre las frondas que se erguían frente al avance del concreto y la resistencia a crecer y no desaparecer del verdor  de árboles, arbustos y plantas. El escritor observaba los efectos de una práctica adversa que hacían desaparecer árboles y vegetación por ganar luz y que la propiedad saltara a la mirada del viandante, aquellos que gustaban de despejar su entorno para ver los autos, para contemplar a la gente, para fijarse en el asfalto. Y aquellas otras personas que contaban con un reducido patio trasero y sembraban una gama de especies pretendiendo aglomerar una finca sobre unos cuantos metros de tierra.

En la geografía urbana, que por fuerza y destino el novelista se veía compelido a mirar con añoranza, pues aquellos árboles enjaulados no era lo mismo que un flamboyán esplayado a orilla de un río campesino.
En un momento en que Lavidia, uno de sus personajes llora por que le han cortado un caimito, observa : " No se debe destruir por el placer, la destrucción, sobre todo cuando el árbol está prometiendo frutos en su floración [ ... ] tú mismo_ dirá Andrés a Miguel _ está contribuyendo a armar las trampas en una ciudad sin parques ". Y añade más adelante : " Se nos hace difícil mantener el equilibrio natural ".

El disfrute y comunión de la geografía urbana en Laguerre, no es un ensimismamiento, sino una lucha tenaz por que se modifique con agrado y respeto.
Esa naturaleza urbana lucía enmarañada, pero era su característica de ciudad en desarrollo, con todo el desorden paisajista, era audaz al asomarse en pérgolas espontáneas, en árboles que procuraban descollar y erguirse entre casas demasiado juntas. Se hacía presente en tristes alegatos de jardines. Pero siempre se volcaba y proliferaba el verdor. En él descansaba el alma de nuestro gran escritor.

Cuando paseaba la mirada sobre los arrabales, descubría follaje tremolando al viento fétido de la laguna . Si alguien no tenía espacio para sembrar un arbolito, otro vecino plantaba uno. En el cuento de José Luis González, como tantas otras creaciones que han dejado de ser exclusividad del autor, para ser parte del pueblo.( En el fondo del caño hay un negrito ) La mujer mitiga el hambre del infante con un té de hojas de guanábanas, que una vecina arranca del arbolito que le falta a la pobre madre del negrito Melodía. Esto evidenciaba la plantación de árboles y arbustos que ayudaran tanto a la nutrición con sus frutos como también un auxilio medicinal. Esta actitud de los que habían emigrado del campo, contribuía a edificar un paisaje urbano.

Recordemos cómo iba aumentando la migración del campo a las zonas urbanas e industriales, con oportunidades de empleos en la construcción. Los trabajos de boyeros en los muelles, los restaurantes, los servicios de domésticas o mucamas y, otras oportunidades que abrían las zonas costeras.

" El desplazamiento demográfico de zonas rurales a urbanas que se dio entre 1940 y 1950 continuó en las décadas siguientes. Entre 1960 y 1970 la población urbana aumentó un 51. 6 por ciento mientras que la población disminuyó un 13 . 3 por ciento. Para 1970 casi el 60 por ciento de la población vivía en zonas urbanas; por primera vez la población urbana sobrepasó la rural" ( 10 ).
Todo este enjambre de campesinos, ahora urbanizados, pero con aquellas costumbres o sensibilidades muy acendradas en sus vidas, del apego a la naturaleza, requerían cerca de sus hogares, la presencia de la floresta.

A pesar de que se iban diezmando y liquidando los asomos de boscajes en pro de urbanizaciones, también crecían frondas, hojas del banano, follaje de aguacates y pequeños jardines en aquellas áreas de los llegados de la ruralía que aplacaban la desolación del paisaje.

Sobre esa gente orilladas en la zona metropolitana, Laguerre decía hacia el 2000, " Quizás es ahora que se está cambiando la tradicional fisonomía de Puerto Rico,
con el avance urbanizador, pero en el fondo, lo mejor nuestro sigue siendo campesino, pese al aspecto externo de nuestra gente ". ( 11 ).

Nunca estuvo desacertado nuestro gran escritor, en su apreciación y consejos para que se ornara la geografía urbana, pues traería grandes beneficios al equilibrio emocional y espiritual a nuestros conciudadanos. Esta actitud y esforzada faena de Laguerre está corroborada como una cruzada legítima y de enorme razocinio. Precisamente El Nuevo Día, viernes 15 de julio, de 2005, aparece una interesante noticia titulada : " Árboles como antídoto a la violencia ". Allí la catedrática Frances Kuo, explica sus hallazgos del estudio investigativo en residenciales de Ilinois. vamos a pergeñar sinópticamente y nos atendremos a la ficha periodística para mayores detalles.

                1) Se comprobó que en residenciales con espacios arbolados, el arrojo de
                    basura, el vandalismo y los grafitos son mínimos frente a residenciales
                    desprovisto de árboles.
                 2) Los árboles relajan a las personas y por consiguiente, reducen actitudes
                     agresivas.
                 3) propician los vínculos entre los vecinos.
                 4) La presencia de vecinos que se reunen bajo los árboles desaniman a los
                     criminales.
                 5) Los juegos en los espacios abiertos estimulan la creatividad y mejoran
                     la función cognitiva de los niños.
                  6) Hay menos violencia en los jóvenes que viven en compañía de espacios
                      con jardines y árboles que en aquellos que no cuentan en su hábitad,
                      espacios con frondas.
                   7) Los edificios con áreas verdes y jardines reportaron 52 % menos
                       crímenes, 48 % menos ataques contra la propiedad y 56 % menos
                       crímenes violentos que en residenciales con escasa o ninguna flora.
                    8) La violencia y la agresión están atadas a los niveles de fatiga mental
                        y los sentimientos de irritabilidad que le acompañan.

Laguerre recibió muchas cartas de felicitación a través de los años por preocuparse por el ornato urbano. Recordemos siquiera una breve nota aparecida en el periódico El Mundo, 15 de julio, 1977, p. 7--A. " Unas breves líneas de felicitación por su persistente labor de saneamiento moral y estético aleccionando a nuestro país, tan apático, tan mercurizado. Esa cátedra la desempeña usted fuera del círculo académico bajo su columna Hojas
libres ". José Abad Ramos.

Existía, en Laguerre un escozor de coraje, de enfado y un profundo sentimiento
de pena por el deterioro de la naturaleza, del paisaje, de la estética que atentaba contra esa geografía urbana por efecto de indiferencia y propósitos económicos deshumanizados. En Hojas libres en 1969, escribe : Los hombres puertorriqueños estamos contribuyendo a afear la isla, a socavar sus bellezas naturales. Parece que hasta tenemos el propósito de convertir el progreso en enfermedad-- fiebre de fealdad y destrucción. La indiferencia de nosotros es el estímulo de la industrialización insensata, los desarrollistas insensibles que no proveen los tecnicismos y los cuidados humanos para proteger aves, ríos, playas y árboles ". ( 13 ).

Pero volvía a su interioridad, al hálito del espíritu, allí en su conciencia se refractaba la sustancia poética de su pensamiento y conversaba : " De las resquebrajaduras se esfuerza
 en salir el verdor de la yerba y aunque la pisemos se adjudicará el principio de Darwin y aflorará como aflora el tañir de la campana de la antigua torre de la iglesia ". (14)


Bibliografía :

3(" Este es Enrique Laguerre", Escuela, Ed., Sec.. San Juan, P. R., 16 nov.,1964, p. 16).
4 ( E. Laguerre," Mi pueblo" , p. 5, Punto de Partida, La ceiba en el tiesto, 194, 20 de marzo, 1956).
5( E. A. Laguerre, "Mi pueblo ", Ed., Sec., oct.-- nov., 1972, p., 2 y 5 ).
6( M. de Unamuno, Andanzas y Visiones españolas, p., 612 ).
7( Ibid ).
8 ( María Monserrat Gamiz, E. Laguerre, Los amos benévolos, Apuntes biográficos, p., 13 ).
9( op., cit., p., 6 11 ).
10 ( James L. Dietz, Historia Económica de P. R., La economía de la emigración,
p., 301 ).
11 ( "Hojas libres ", Revista del Instituto de Cultura de P.,R., 2000 ).
12 ( " El Nuevo Día ", El país, viernes, 15, de julio, 2005 ).
13 (Hojas libres, 338, 29 de marzo, 1969 ).
14 ( Conversación personal entre estudiante y profesor ).














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