miércoles, 18 de septiembre de 2013

Un trágico atardecer

Poemas extraídos de la obra Sonata de Primavera de Ramón M. del Valle-Inclán.
Organizados y compilados por Carlos M. Mercado Galartza.


María Rosario respiraba anhelante.
Otra vez quiso huir y otra vez la detuve.
Desfallecida y resignada,
miró hacia el fondo del salón,
llamando a la niña.

Ven, hermana...! Ven!
Y le tendía los brazos.
La niña acudió corriendo.
La crencha sedeña y olorosa,
onda de luz sobre los hombros
de la niña.

Con fatiga, la sentó sobre el alféizar.
¿Me amas, María Rosario ?
Sois brujo !
Mi amor no es de este mundo.
Hasta la celda del convento
os seguirá mi culto mundano.
Callad...! Callad...!

Se abrió la ventana
con ese silencio
de las cosas inexorables.
La niña que estaba sobre el alféizar
como un ángel en una vidriera,
cayó al jardín.

La hermana como una poseída,
gritaba :

Fue Satanás! Fue Satanás !
La cabellera de oro fluida,
estaba negra de sangre.

Los gritos ya roncos
clamaba enloquecida:
Fue Satanás ! Fue Satanás !

( Sonata de Primavera, págs. 79-80 )



lunes, 16 de septiembre de 2013

Pájaros negros

Poemas de Sonata de Primavera de Ramón M. del Valle-Inclán.
organizados y compilados por Carlos M. Mercado Galartza.


Fueron horas de tortura indefinible.
Ráfagas de una insensata violencia,
agitaban mi alma.

Vi palidecer intensamente sus mejillas.
Y brillar el odio en sus ojos.
La noble señora buscaba herirme
con su desdén.

Salí de salón en medio
de un profundo silencio.
Bajé al jardín,
donde volaban los vencejos
en la sombra azul
de la tarde.

El silencio se cernía
como un murciélago de maleficio.
Dos palomas se arrullaban,
huyeron al acercarme.

Una torre aparecía cubierta
de negros vencejos.
Se oía el murmullo de las fuentes.
Algunos pájaros sin nido,
llenos de frío
sacudían el plumaje mojado,
piando tristemente.

                    ( Sonata de Primavera, pág., 55-61-68-69 ).






domingo, 15 de septiembre de 2013

El jardín, el cielo y el mar

Poemas de Sonata de Primavera de Ramón M. del Valle-Inclán,
organizados y compilados por Carlos M. Mercado Galartza.


Yo quedé solo en el vasto salón,
y no sabiendo qué hacer,
bajé al jardín.

Era una noche de Primavera.
El aire agitaba las ramas de los árboles.
La luna iluminaba por un instante,
la sombra y el misterio de los follajes.
Todo quedaba en esa amorosa paz
de las noches serenas.

En el azul profundo
temblaban las estrellas.
A lo lejos, el mar misterioso
y ondulante, exhalaba
su eterna queja.

Las olas fosforescían
al pasar los delfines.
Una vela latina
cruzaba el horizonte
bajo la luna pálida.


( Sonata de Primavera, R. del Valle-Inclán, pág., 41 ).

viernes, 13 de septiembre de 2013

U n destino de convento

Poemas de Sonata de Primavera de Ramón del Valle- Inclán.
Organizado y compilado por Carlos M. Mercado Galartza.


Empezaba a decaer la tarde.
La princesa mandó abrir una ventana.
Miré a María Rosario,
que bajó la cabeza
y se puso encendida como una rosa.

Le pregunté a la princesa :
¿ Cuándo toma el velo la joven ?
No está designado el día.
Comprendo que mi hija
será feliz en el convento.
¿ Es muy antigua su vocación ?
Desde niña.
¿ No ha tenido veleidades?
Jamás!

Es una vocación de Santa.
Te advierto que no sería
la primera en nuestra familia.

Abierta la ventana,
que daba sobre el jardín,
una ligera brisa entró en la estancia.
Era perfumada y gentil,
como un mensaje de Primavera.
Me marea el olor de esas rosas,
hijas mías!

En el jardín se levantaba
el canto de un ruiseñor
que evocaba un recuerdo
ingenuo de santidad.


( págs. 38-39-40- 75 )

sábado, 7 de septiembre de 2013

Sonata de Primavera de Ramón del Valle- Inclán

Este poema fue organizado y compilado por Carlos Mercado Galartza desde la obra Sonata de Primavera, de Ramón del Valle- Inclán.

María Rosario lloraba en silencio.
Sus claras pupilas llenas de lágrimas.
Como arroyos silenciosos que parecen
llevar dormido en su fondo, el cielo
que reflejan.
Resplandecía hermosa y cándida : una madona.

Tiembla en sus dedos la aguja
que enhebra el hilo de oro,
y en el paño de tisú, florecen las rosas
y los lirios.

Estreché una mano de María Rosario,
pero ella la retiró con vivo enojo.
_ ¿ Qué hacéis ?
_ Que os adoro !
Ella suspiró con angustia.

Han pasado muchos años,
y al recordarla ahora
todavía se llenan de lágrimas
mis ojos áridos.
Ella fue el único amor de mi vida.


( págs. 26-28-29-36-37, Sonata de Primavera, sexta edición, Espasa- Calpe, 1965 ).